Oración y Evangelio 20251015
OREMOS
Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
JUAN 1:14
QUERIDO JESÚS
En esta mañana, al comenzar el ajetreo del día, te pido que mi corazón no se pierda en los detalles y las apariencias. Que al hacer mi trabajo, cumplir mis obligaciones y relacionarme con los demás, no me preocupe solo por “cumplir” de manera fría, sino que nunca olvide lo esencial: actuar con justicia, misericordia y amor sincero. Que, como Santa Teresa, busque siempre lo auténtico: servirte en lo concreto de mi vida diaria, sin cargar a los demás con exigencias que yo no esté dispuesto a vivir primero.
Ilumíname para no buscar el reconocimiento en mis tareas, sino la humildad de quien sabe que todo lo hace para tu gloria. Que mi fe no sea una carga pesada para los que me rodean, sino un testimonio amable y compasivo. Santa Teresa, que reformaste la Iglesia desde la intimidad con Cristo, enséñame a construir hoy, desde lo pequeño y ordinario, un reino fundado en la verdad y el amor.
AMÉN.
EvDH:”Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros».
El le respondió: «¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!”
Un poco más y Jesús le dice a este doctor de la ley: Gracias por recordármelo. ¡Ah, y por si no quedó claro ustedes también…!
El refrán dice, “Al que le caiga el guante, que se lo plante”. (O sea, que la persona que se siente aludida por una indirecta o crítica, debe asumir la responsabilidad y las consecuencias de sus actos). Un síntoma de total mediocridad es siempre estar culpando de lo que pasa a otros, en especial a los contrarios a uno, sin tomar responsabilidad alguna de nuestra parte.
Cuando Jesús tira agua, a todos, sin excepción, nos salpica de alguna forma. Sea directa o indirecta, sea por lo que hacemos, por lo que no hacemos, o por lo que dejamos de hacer, o lo que dejamos que pase bajo nuestra mirada, que al ser silenciosa se vuelve cómplice.
En el pasaje, que es parte de todo un discurso denunciante, se describe: Descuidar la justicia y el amor de Dios. Ocupar el primer asiento, los primeros lugares, pasando por encima de quien sea, y echándose encima un mérito que no existe. Ser sepulcros con nada más que muerte por dentro. Y el clásico caso de imponer a los demás cargas insoportables, pero no tocarlas ni siquiera con un dedo.
La invitación es a no ver esta lista de tan lejos, no solo revisando quien cumple la descripción, sino, más allá, ver que no nos describa en nada a nosotros.
Hoy pedimos al Espíritu Santo que nos ayude y nos enseñe a ir contra aquella corriente que pasa por encima de lo que sea y de quien sea, que nos enseñe a servir y a hacerlo con alegría, agradecimiento y humildad. Que cumplamos sus mandamientos por amor y que El Amor nos haga vivir sus mandamientos. Así sea.
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