Oración y Evangelio 20251012

OREMOS

El Señor es mi bastión, mi baluarte, el que me salva; mi Dios es la fortaleza en que me resguardo; es mi escudo, mi refugio y mi defensa.
SALMOS 18:3 

SEÑOR JESÚS

Al comenzar este día, reconocemos que somos como aquellos diez leprosos: necesitados de tu misericordia para sanar nuestras heridas, rencores y faltas. Mientras emprendemos el camino de nuestras obligaciones, confiamos en que tu Palabra nos irá limpiando y restaurando, si la acogemos con fe.

Pero hoy, no queremos ser como los nueve que siguieron su camino olvidando el favor recibido. Danos un corazón como el del samaritano agradecido, que da por sentada tu bondad. Que nuestra primera reacción ante cualquier bien, por pequeño que sea, sea volver a Ti para decirte de todo corazón: “Gracias, Señor. Tu fe me ha salvado".

AMÉN.

EvDH:”Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta
y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. 
Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? 
Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
En lo básico se puede decir que se sanaron los diez leprosos, eso no se discute, pero en ese momento, por boca de Jesús, solo se salvó uno de ellos.
El remate de la enseñanza es que el único que vino a dar gracias, era además Samaritano. (piensa en el grupo que menos te agrade, o con el que te sientas distanciado, por la razón que sea,… ese es tu y mi actual samaritano).
Las acciones del leproso que al verse sanado regresa con Jesús son una enseñanza para todos.
1. Se da cuenta y comprueba que estaba curado (cosa que se lee rápido, pero como sea hablamos de un milagro)
2. Se regresa alabando a Dios en voz alta. (en su camino a Jesús, ya da gracias a Dios de su sanación)
3. Se postra, (se arroja) a los pies de Jesús, agregando a su acción de gracias su expresión corporal de humillación.
Ya de por sí Jesús había pasado por encima el prejuicio de sanarlo siendo samaritano, rompiendo a los ojos de muchos cánones religiosos y políticos. Sin duda, el ahora ex-leproso al ser samaritano tampoco podía entrar en el templo en Jerusalén a dar gracias. Por lo que al verse libre se va, incumpliendo la misma instrucción de Jesús, a darle gracias de la forma en que lo hizo.
Se puede decir, (recordando cada uno su experiencia) que los que hemos tenido nuestro encuentro con Cristo, lo celebramos libres de prejuicios, y sin limitar la experiencia a requisitos religiosos.
Hoy le pedimos al Espíritu Santo que nos anime siempre y en todo lugar a dar gracias, a no esperar solamente momentos álgidos o situaciones difíciles, sino que el dar Gracias sea parte de nuestro ADN diario para con nuestra relación con Dios. Hoy en nuestra oración quedamos a sus pies y decimos desde el alma ¡GRACIAS!


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