Oración y Evangelio 20250911

OREMOS

Espera en el Señor, sé fuerte, ten firmeza; pon tu esperanza en el Señor.
SALMOS 27:14 

SEÑOR JESÚS

Al final de este día, reconozco ante Ti mis luchas y mis gracias. En el silencio de la noche, recuerdo tu promesa: dichosos los pobres, los que lloran, los que tienen hambre. Hoy Señor, te entrego mi pobreza: esas cuentas por pagar que me quitan el sueño, los sueños rotos que guardo en secreto, las horas de trabajo que a veces no alcanzan. Sé que Tú ves mi esfuerzo y mis lágrimas, y confío en que tu Reino es para los que, como yo, seguimos adelante a pesar del cansancio.

Perdona si hoy busqué consuelo en lo pasajero, si me aferré a seguridades que no son Tú. Mientras descanso, renuncio a la ansiedad por el futuro y a la necesidad de controlarlo todo. Que mi sueño sea un acto de abandono en tus manos, confiando en que mañana serás mi fuerza. Envuelve en tu paz a todos los que, en este momento, lloran en silencio o pasan hambre. Que encuentren en Ti su esperanza.

AMÉN.

EvDH:”«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.”
El inicio de este discurso radical de Jesús, empieza con esta indicación y estos destinatarios: 
“A USTEDES QUE ME ESCUCHAN”.
En palabras más simples, a nosotros, sus discípulos, a su comunidad, a los que decimos y confesamos ser Su Iglesia.
El discurso es inagotable y al 100% novedoso, es, dentro de la fe, una nueva moral, nuestra nueva moral si nos decimos hijos de Dios.
Una mente muy pequeña vería esto como contrapuesto a la ley, un corazón renovado entiende el cumplimiento al que se nos invita, y Lucas escribe esto para que llegue más allá de los judíos, hasta los griegos, lo gentiles, para los que estas palabras son fuera de serie.
Aunque ayuda recordar el contexto sociológico de estas palabras, la verdad es que no ha cambiado una coma, y la sociedad, en especial hoy en día, se polariza al extremo de hacer que estas palabras sean olvidadas, minimizadas, o contrarias.
Es interesante que hoy, 11 de Septiembre, 24 años después del atentado a las torres gemelas, sea este Evangelio el que se insista en proclamar. (Sin nombrar la situación interna de nuestros países y las guerras en Medio Oriente, junto con Rusia y Ucrania). 
No obstante, no lo dejemos ahí, y traigamos estas palabras de Jesús a nuestra vida diaria, a nuestra sociedad y familias. Y desde nuestra debilidad, desde nuestra fragilidad, desde nuestra impotencia, pidámosle al Espíritu Santo, nos ayude a que estas palabras de Jesús estén en el ADN de lo que somos y hacemos.
La orden y la invitación están dadas, ser misericordiosos como El Padre, quedando claro que sin la ayuda del Espíritu Santo quedamos muy lejos de llegar pálidamente a poder serlo nosotros. Que dejemos a Dios ejercer Su Misericordia en nosotros para poder compartirla con muchos, y así cuando seamos medidos, Su Amor hará toda la diferencia en todo.

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