Oración y Evangelio 20240828
¿No ves que estoy llamando a la puerta? Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré en su compañía.
APOCALIPSIS 3:20
EvDH:”¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
Así también son ustedes:
por fuera parecen justos delante de los hombres,
pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.”
Esta pesada lista de ’Ayes’ de Jesús, se puede leer en dos partes, una primera parte sobre la incoherencia de la acciones, y una segunda sobre el aparentar, sobre la apariencia.
El ejemplo del Sepulcro no da para explicaciones suavizantes.
Una de las sentencias que nos acompañan desde nuestra niñez es la de:
“Donde hay orden está Dios”, y en todas estas afirmaciones y denuncias del Señor es la palabra desorden la que domina toda la descripción.
No solo por desorden en sí, si no además, por no estar en el orden de Dios.
En el orden de Dios no hay el menor espacio para malicia, hipocresía y el desorden.
Jesús desenmascara a estos personajes al dejarles claro que Él está claro de que están buscando la forma de matarlo, de deshacerse de Él.
Con el paso del tiempo, en esto y muchas áreas más que el hombre acostumbra echar a perder, se puede ver como cambian los actores, pero no los personajes. No son pocas las veces que escuchamos hablar a alguna autoridad en el área que sea, y al describir las circunstancias de su país su ciudad su empresa, o su comunidad, pareciera que habla de un barrio perdido en el planeta marte, o en una extensión y un juego nuevo en el parque de Disneylandia.
Pidamos al Espíritu Santo el Don de ver el corazón y no las apariencias, que nos cuide de no caer en la hipocresía, que esta no nos engañe. Que nos ayude a vivir siempre en la Verdad, en el poder Ser reales y auténticos y no en el aparentar.
Porque frente a Dios, cuando estemos delante de Él, (porque estaremos) no nos servirá de nada ningún disfraz.
“Está establecido que los hombres mueran una sola vez,
y luego el juicio.” Hebreos 9,27
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