Oración y Evangelio 20251102
OREMOS
Cuando tengo miedo, en ti confío;
SALMOS 56:4
SEÑOR JESÚS
En este día en que recordamos con fe a los que han partido, tu Palabra me trae una esperanza inmensa. Al comenzar esta jornada, confío en que tu voluntad no es la pérdida, sino la resurrección. Entre las tareas y los recuerdos, me aferro a tu promesa: todo el que cree en Ti, aunque haya muerto, vivirá.
Jesús, hoy encomiendo a tu misericordia a mis seres queridos difuntos y a todos los que duermen en Ti. Fortalece mi fe para creer, en medio del dolor, que un día los volveré a ver en el abrazo eterno del Padre. Que esta certeza dé sentido a mi trabajo y serenidad a mi corazón hoy y siempre.
AMÉN.
EvDH:”Estos, a su vez, le preguntarán:
'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y Él les responderá:
'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’.”
Cierto es que nadie se salva por hacer obras, pero en este pasaje queda evidenciado que por NO hacer lo que debíamos, con quien debíamos, también se nos juzgará.
No en vano se le llama “el juicio de las naciones” porque esto llega a esos niveles, y se juzga en esos niveles por el Único que puede hacerlo.
Si no está en nuestras manos el saber como ayudar y servir a los grupos descritos en el pasaje (que por cierto hay más variedad, si fuera el caso), más que esperar instrucciones mágicas celestiales, podemos acercarnos a grupos, instituciones y personas que tienen en específico un llamado a ser mano amiga por parte de Dios, sean de la Iglesia o no (esto ni siquiera es tema en el pasaje), y junto a ellos, y con su asesoría inclusive, hacer que nuestra intención de ayuda se haga efectiva y fructífera.
Hoy con los ojos en este pasaje, pedimos al Espíritu Santo el Don de descubrir, acercarnos y servir a los más pequeños, que podamos tocar a Cristo y darle de comer y de beber, poder vestirlo de dignidad y esperanza, estar a su lado en su enfermedad o visitarlo en su prisión, y hacerle sentir familia en su doloroso proceso de migrar, por la razón que sea. Que El Espíritu Santo nos enseñe y ayude a descubrirlo en ellos.
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