Oración y Evangelio 20250829

Encomienda al Señor tus obras y se realizarán tus planes.
PROVERBIOS 16:3 

EvDH:"Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.”
Parece frase hecha, pero la historia de muchos solo viene a comprobarlo. 
Cuando damos rienda suelta a nuestros deseos y antojos, sin pensar en nada, excepto en satisfacerlos, el peligro de hundirnos con el peso de la misma piedra que labramos es evidente e inminente.
Cuando veas a alguien al que solo le falta ponerse una camiseta que diga, soy perfecto, nunca fallo, y nunca me equivoco, ni quedo mal, (suena exagerado, pero…) mejor aléjate de su círculo, es la clase de personaje que por lascivia, por poder, por miedo al que dirán, prefiere mandar a matar al profeta, que reconocer su error delante de los demás. (Sin mucho de reflexionar, se pueden agregar síntomas como exceso de ego y la mentira enfermiza de planta)
Herodes pierde la cabeza por alguien que solo ofrece su muy pasajero cuerpo, pues tiene inactivo el cerebro, al punto de tener que preguntar a otros qué responder. El miedo, la envidia, el que dirán y el odio se suman para matar al profeta.
Han cambiado los actores, pero no los personajes, y la verdad sigue siendo una espina estorbosa en la mentira que muchos Herodes hoy la utilizan para sobrevivir y sobornar a los demás, haciendo daño, como siempre a los más pequeños.
Pedimos al Espíritu Santo, por aquellos hombres y mujeres de Dios, sus profetas, que hoy sirven bajo la amenaza del castigo de los Herodes contemporáneos, que los proteja y les dé la fuerza para ser luz en medio de esa oscuridad. Y le pedimos Su ayuda para no caer en la trampa de palabras subyugantes y salameras, que diciéndonos lo que queremos oír, nos pida hacer lo que no debemos hacer, que suele ser no reaccionar frente a injusticias. Que como Juan el Bautista, hasta el final de nuestra vida preparemos el camino del Señor en la vida de muchos que lo están necesitando.

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