Oración y Evangelio 20250807
Pues bien, Dios nos ha dado la mayor prueba de su amor haciendo morir a Cristo por nosotros cuando aún éramos pecadores.
ROMANOS 5:8
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos.”
La respuesta de Pedro, en términos de la época y de la cultura que los rodeaba, era una total blasfemia, castigada con la pena de muerte si se la escuchaban los encargados de la ley. Es más que probable que el primero que se haya asustado de decir semejante afirmación fuera el mismo Pedro, (los condiscípulos le habrán puesto cara de sorpresa y susto). De ahí que Jesús haga la aclaración de que lo que Pedro dijo, no era cosa de conocimiento humano, o de dar la respuesta correcta, sino revelación del Padre que está en el Cielo.
Y con la respuesta le queda claro a Jesús a quien eligió el Padre para quedar al frente de la Iglesia cuando Él regresara al Cielo.
El tema no es ni meritorio, ni perfecto, es total elección del Cielo; y a través de los siglos, desde su fundación, La Iglesia, con sus luces y sombras, ha prevalecido al poder de la muerte, a enemigos internos y externos, por la simple razón de que fue Jesús quien la fundo y la ha edificado.
Pedimos al Espíritu Santo que nuestra misión y llamado esté también firme en Jesús, pedimos por la Iglesia (sabiéndonos parte de ella) para que la siga protegiendo, y que esta tenga clara siempre su misión de Evangelizar, de proclamar en hechos y palabras el Reino de Dios.
Nuestra oración por el Papa León XIV y por toda la Iglesia
“Sí, la Iglesia, en su esencia, existe para evangelizar” (Evangelii Nuntiandi) Papa Pablo VI
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