Oración y Evangelio 20250508
PADRE CELESTIAL
Al comenzar este día, te doy gracias porque Tú me atraes hacia Jesús, el Pan de Vida. Como el maná en el desierto, solo Él, es el alimento que no perece. Hoy, en medio de mis planes y rutinas, ayúdame a recordar que, Tú eres quien me guía hacia tu Hijo. Que cada paso, cada encuentro y cada esfuerzo, sean impulsados por tu gracia. Jesús, Pan vivo bajado del cielo, transforma mi hambre de lo pasajero en un anhelo de eternidad.
Señor, al trabajar, amar y enfrentar desafíos, quiero vivir con la certeza de que tu carne entregada por el mundo es la fuente de vida verdadera. Perdona si hoy me distraigo con «panes» que no nutren el espíritu, y enséñame a alimentarme de Ti: en la oración sencilla, en la Palabra que renueva y en el amor que se da sin medida. Que este día sea un camino hacia la plenitud que prometes. Confío en que, al creer en Ti, ya tengo la vida eterna, y que incluso lo ordinario se vuelve sagrado cuando lo entrego a tus manos.
AMÉN.
BUENOS DÍAS.
FELIZ Y BENDECIDO JUEVES.
OREMOS
No recuerden lo pasado, no piensen en lo de antes. Pues voy a hacer algo nuevo; ya brota, ¿no lo sienten? Abriré un camino en la estepa, pondré arroyos en el desierto;
ISAÍAS 43:18-19
Sus padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el Pan que baja del cielo, para que el hombre coma de Él y no muera.
Yo soy el Pan Vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo”.
Para los que tuvimos la experiencia de pasar por el catecismo en algún momento de nuestras vidas, estas palabras fueron parte de la enseñanza y de la preparación para recibir a Jesús en La Eucaristía.
Pero no está de más ponerse en los zapatos de aquellos que lo escucharon decir esto por primera vez, o de nuestros contemporáneos que nunca habían escuchado semejante compartir por parte de Jesús.
No faltará quien escuche esto en términos de canibalismo, pues eso de darnos a comer Su Carne, se puede aceptar que sea difícil de digerir.
A eso agreguemos que, en la fe, creamos que en las manos del Sacerdote, ese pedacito de pan sin levadura, y esa copa de vino se convierten en Su Carne y en Su Sangre. Si ya la enseñanza original es difícil de aceptar, el creerlo presente ahí, una vez más, sin fe, sin rendición, es cosa no digerible.
Pedimos al Espíritu Santo el Don de creer, aceptar y compartir que Jesús es El Pan de la Vida. Que nos dé el Don de celebrar y el de compartir esta noticia a muchos con hambre en su alma y en su vida. La invitación no es solo a comerlo, se completa con que por comerlo no moriremos, que hacerlo nos hará vivir para siempre, más allá de la muerte física.
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