Oración y Evangelio 20250203

Todo beneficio y todo don perfecto bajan de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay cambios ni períodos de sombra.
SANTIAGO 1:17 


EvDH:”Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.
Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti".
El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.”
El pasaje tiene varias direcciones que se dan a raíz del exorcismo que Jesús hace a este hombre, de no haber pasado nada, nada fuera de lo común hubiera pasado, pero cuando Jesús pasa… algo pasa.
Un endemoniado salió al encuentro de Jesús, éste sin duda tendría su fama en la región, pues era violento y extremadamente fuerte. 
El dato es su nombre, se llamaba LEGIÓN. (En el ejército romano una legión iba de cuatro mil a seis mil soldados).  
Jesús lo(s) expulsa y por petición de ‘legión’ lo envía a entrar en un piara de puercos (unos dos mil).
Lo que sigue es un “continuará” de la historia que solo alcanzamos a imaginar…�La acción de Jesús da al traste con un negocio de crianza de cerdos que se daba para surtir a las ciudades de Decápolis, (grupo de diez ciudades en la frontera oriental del Imperio Romano), cierto es que eran animales impuros, pero el negocio estaba, y fue una total e inesperada pérdida para sus dueños.
La ruta de acción es fuera de serie: 
1. Jesús echa fuera a los demonios, 2. regresa la dignidad a un hombre poseído, y 3. echa a perder un negocio (daño colateral). 
Inmediatamente vienen dos acciones: 4. los locales le ruegan que se marche (después de lo que vieron a nadie se le ocurría enfrentársele, por eso le rogaban, no fuera a echar a perder más negocios) 5. Jesús, cosa inesperada, no deja al hombre que estuvo poseído que lo siga, le indica que se vaya con los suyos y les dé su testimonio de liberación y compasión de parte de Dios para con él.
Esto es sublime, el Evangelio, lógicamente no le sigue la pista, pero es lógico suponer que, tiempo después, cuando llegarían los discípulos y misioneros de Jesús a la zona, encontrarían mucho terreno abonado por la misión y testimonio de este hombre. No faltaría quien lo criticara por no seguir los estándares o por no pertenecer a la Iglesia como tal. 
Se le había ordenado dar testimonio del poder y la Compasión de Jesús, y se convierte en la viva prueba de que quien vive la compasión no está lejos del Reino de Dios, aunque no esté en la Iglesia, o no traiga alguna membresía autorizada.
Pidamos al Espíritu Santo ser testigos vivos de lo que Dios ha hecho en nosotros, y que se nos note la acción de Su Compasión en nuestras vidas. Pidamos también tener los ojos claros y abiertos para que, si en el camino encontramos a alguien que tenga esta misma misión, no lo limitemos a que traiga nuestra camiseta para reconocer la obra de Dios en y a través de esa persona.

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