Oración y Evangelio 20250103

¿A quién pretendo yo ahora ganarme? ¿A quién busco agradar? ¿A Dios o a personas humanas? Si todavía tratase de seguir agradando a personas humanas, no sería siervo de Cristo.
GÁLATAS 1:10 

EvDH: ”Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: 
"Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo…
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios".
Estamos claros que el mensaje de Juan era de arrepentimiento y de invitación a la conversión. Pero en el momento que Juan y Jesús se cruzan en el desierto, junto al Jordán, las tres Personas se hacen presentes de forma amorosa y contundente, El Padre habla, El Espíritu desciende como paloma y Jesús está ahí presente, como uno más, listo para ser bautizado.
Al mensaje de Juan el Bautista, ahora, dada la presencia de La Trinidad en y por Jesús, se le agregan frases contundentes: 
“ Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.  
Para los judíos no era nomenclatura ajena o extraña, pues sabían bien de los sacrificios de corderos en el Templo para expiar los pecados. Juan afirmaba que este era el Sacrificio máximo y final, que después de Jesús no habría necesidad de sacrificar ningún otro cordero, pues este quitaba todo pecado en el y del mundo. (No es cosa menor que se diga esta frase hasta hoy en nuestra máxima Celebración) 
 Y su final aseveración, fue: “¡Él es el Hijo de Dios!”. Eso lo coloca todo en otra perspectiva, eso acomoda toda la información en una sola dirección, eso le agrega a nuestra humanidad el color de Eternidad. Y esto, sí era totalmente nuevo para quienes lo escuchaban, pero no estaba a negociación, y no se anunciaba para ser entendido, sino para que se supiera. 
Hoy pedimos al Espíritu Santo que podamos dejar en el corazón del Cordero de Dios, toda nuestra historia y todo nuestro futuro. Que Él que puede y sabe cómo, nos limpie de todo pecado, pedimos por el mundo en que vivimos también. 
También le pedimos que nos llene de la total certeza y alegría de saber que Jesús es El Hijo Único de Dios, que Él es nuestro Señor, que nos ha hecho y dado el poder ser, gracias a Él, hijos de Dios

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