Oración y Evangelio 20250424

SEÑOR JESÚS

     En este día de la Octava de Pascua, te damos gracias porque, como a los discípulos reunidos en Jerusalén, te presentas en medio de nuestras dudas y temores con un saludo que lo cambia todo: «La paz esté con ustedes». Tú eres el Viviente, con manos que llevan las heridas del amor, y un corazón que come junto a nosotros para probar que la muerte no tiene poder. Abre nuestros ojos, para que veamos en las Escrituras, en los gestos cotidianos y en nuestra propia historia, el cumplimiento de tu promesa: «Era necesario que el Mesías padeciera y resucitara».

     Hoy, al comenzar nuestras actividades, danos la certeza de que tu paz es, síntesis de la resurrección que transforma el miedo en valentía. Que, reconozcamos tu presencia en el pan compartido, en la Palabra que ilumina nuestras confusiones, y en la comunidad que se reúne en tu nombre. Haznos mensajeros de tu perdón y reconciliación, llevando a nuestro trabajo, familia y entorno la alegría de saber que tú nos envías a ser luz.

AMÉN.
BUENOS DÍAS.
FELIZ Y BENDECIDO JUEVES DE PASCUA.

Oración 

Así que ni el que planta ni el que riega cuentan para nada; Dios, que hace crecer, es el que cuenta.
1 CORINTIOS 3:7 

EvDH:”Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
Miren mis manos y mis pies, Soy Yo mismo. 
Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo".
Las emociones de ese momento son totales. 
No salían todavía de el miedo que tuvieron al abandonarlo cuando murió, y a esto se sumaba la noticia y la reacción de las mujeres que aseguraban haberlo visto resucitado. Ahora estos discípulos les compartían su experiencia en el camino a Emaús, en fin, toca ponernos en sus sandalias e intentar digerir todo lo que en ese breve, pero intenso tiempo habían vivido, y estaban viviendo.
Y ahora, de repente, Jesús se aparece en medio de todos, en medio de la conversación. Nadie niega la Alegría de verlo vivo, pero el susto también es innegable, (pongámonos una vez más en sus sandalias) 
¡¿Cómo estarían sus caras?! para que Jesús pase a tranquilizarlos aclarándoles que no es un espíritu, un fantasma. Valga la ironía de fe, a veces resulta más fácil creer en fantasmas que creer en el Resucitado.
La petición de Jesús permanece, ¡Tóquenme y vean!
Pedimos hoy al Espíritu Santo nos llene de Su Paz, la que sobrepasa todo forma de pensar, para poder alegrarnos, disfrutar y aprovechar que Jesús Resucitó, y con eso, todo lo que implica para nosotros y nuestras vidas. Le pedimos que nos haga vivir como hijos de la Resurrección.
Confiadamente le pedimos también el Don de poder y aprender a tocar a Cristo, en los más pequeños, en los más vulnerables, en donde Él nos diga, y que esto nos haga saber que Jesús no es un fantasma, que es el Hijo de Dios, del que anunciamos Su muerte y proclamamos Su Resurrección. Con la Iglesia no pedimos que se nos aparezca, sino que decimos juntos un VEN SEÑOR JESÚS.

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