Oración y Evangelio 20250425
OREMOS
Muchos son los males del justo, pero de todos lo libra el Señor;
SALMOS 34:20
En este amanecer de la Octava de Pascua, te damos gracias porque, te acercas en nuestras rutinas y esfuerzos. Cuando el cansancio o el fracaso nublan nuestro horizonte, tú nos invitas a «echar la red a la derecha» confiando en tu Palabra que transforma lo estéril en abundancia. Danos la humildad para escuchar tu voz, aunque no te reconozcamos de inmediato. Que, como Pedro, nos lancemos sin miedo hacia Ti, y trabajemos en comunidad, sabiendo que la verdadera pesca es hacer brillar tu amor en el mundo.
Jesús resucitado, tú preparaste un desayuno y les diste pan y pescado con tus manos gloriosas. Quédate con nosotros en este día: Alimenta nuestro espíritu con tu presencia, fortalece nuestros lazos fraternos y ayúdanos a reconocerte en el hambriento que necesita pan, en el cansado que busca esperanza, y en cada gesto que construye tu Reino. Que nuestra jornada guiada por Ti, sea testimonio de que la resurrección es síntesis de la red llena que no rompe tu gracia.
AMÉN.
BUENOS DÍAS.
FELIZ Y BENDECIDO VIERNES DE OCTAVA.
Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar".
Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor.
Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.”
Solo uno par de capítulos antes el mismo Juan escribía: “Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.” (Juan 18,18. Biblia Jerusalén)
Era época de fogatas y antorchas, por lo que no era algo extraño a la vista.
La brasa no es la llama encendida, es la madera, que ya es carbón incandescente, y con eso se puede calentar o cocinar en forma.
Para los demás eso era, pero para Simón Pedro, por la hora, por el viento, por algún gallo que cantó, y por Jesús frente a las brasas, pasó a ser una cirugía a corazón abierto. Se debe de haber sentido muy mal, pero no le iban a cobrar nada, la idea era sanarlo de aquel reciente y fuerte recuerdo de las negaciones.
No serán pocas las veces en que el mismo Dios nos prepare un quirófano espiritual en el que quiera sanarnos de cosas que no debemos cargar y alimentar con la culpa.
Pidamos al Espíritu Santo el Don de estar preparados y dispuestos a dejarlo tocar nuestro corazón y nuestra historia. Que no nos asuste verlo preparar las brasas con la que Él va a cauterizar nuestras heridas.
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