Oración y Evangelio 20241230

Permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes. Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo sin estar unido a la vid; lo mismo les ocurrirá a ustedes si no permanecen unidos a mí. Yo soy la vid; ustedes, los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque separados de mí ustedes nada pueden hacer.
JUAN 15:4-5


EvDH: ”Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.”
Sería años después que en sus parábolas Jesús mostraría, no solo que convivió con los suyos, sino que además aprendió de más, al punto de poder aplicarlo en sus enseñanzas, o bien, en sus parábolas.
Se les suele llamar los años perdidos de Jesús, por no tener datos verídicos de esa etapa de su vida. Lo que tocaría es deducir que el hecho de que el que haya podido realizar y sacar adelante Su Misión de Salvarnos, habla de que esos años de formación, de fortaleza, y de sabiduría, a su tiempo daban el fruto que correspondía a esa etapa en la que simplemente convivió y creció al lado de su gente, de su cultura. 
Por otro lado, Los Evangelios no son en sí libros históricos, tipo biografía, para que compartan esos datos. La idea original era contar sobre el Ministerio de Jesús, siendo que algunos sí colocaron detalles de genealogía y de su primera infancia, pero hasta ahí.
Pidamos al Espíritu Santo que nos dé el Don de saber y tener la visión de que esos chiquillos y chiquillas, esa juventud con la que trabajamos y compartimos la fe, tiene un llamado especial de Dios para sus vidas, que nos toca ser custodios y acompañarlos para que lo logren a su tiempo. 
Que nos ayude a protegerlos de la rapiña que quiere acabar con su esencia, sea dentro o fuera de la Iglesia.

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