Oración y Evangelio 20240630
Ante mí preparas una mesa delante de mis enemigos, unges mi cabeza con aceite y mi copa rebosa. El bien y la bondad estarán conmigo todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor durante días sin fin.
SALMOS 23:5-6
EvDH:”Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada".
Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.
Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?".
Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?".
Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.
Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.
Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado.
Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad".
Esta mujer es la viva prueba de la gran diferencia que hay entre rodear a Jesús o atreverse a tocarlo, no importa el qué dirán, o las sentencias de “no se puede”.
En aquella cultura el hecho de que fuera mujer, de que estuviera enferma, (lo que la hacía impura), ya era bastante para no poder tocar a Jesús.
Lo hace, se atreve, se arriesga y lo logra, al punto de sanarse.
Es maravilloso que Jesús al dirigirse a ella, le diga HIJA, pues con esa palabra le está sanando la soledad a la que estaba sometida. Le recuerda que Dios es su Padre y que además de sanarla, nunca más iba a estar o a sentirse huérfana y separada del Amor de Dios , Su Padre para siempre.
Que El Espíritu Santo nos ayude a tocar a Jesús y a escuchar Su Voz que nos presenta al Padre y Su Amor por ti y por mí.
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