Oración y Evangelio 20240605

Pero tú, querido hermano, no imites lo malo, sino lo bueno. Quien hace el bien pertenece a Dios; quien hace el mal es que desconoce a Dios.
3 JUAN 1:11 



”Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: 
Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
ÉL NO ES UN DIOS DE MUERTOS, SINO DE VIVOS.”
Las dos palabras, y los dos significados, Vida y Muerte, toman otra dimensión en la boca de Jesús, en las dimensiones de la economía celestial.
Durante siglos, para muchos, el llegar al mar, era llegar al final de la tierra. La creencia era que ahí acababa todo, que no había nada más. (Agréguenle el pensar que la tierra era plana). Hoy eso ya no es ni tema, pues se sabe que al otro lado del mar hay otra tierra, o otro continente.
Eso y más nos dice Jesús en la sentencia que sale de su boca… Él es un Dios de Vivos y no de muertos. 
Decía el Papa Benedicto XVI que la muerte no era un final, era un Encuentro, con el Amor, con el Creador, con la Eternidad.
Nadie quita el dolor, el vacío, el recuerdo que queda cuando parte alguien que amamos. Pero no es el fin de la historia, si para Él todos estamos vivos (en especial los que han decidido amarlo y seguirlo) entonces, son dos lados de la Eternidad. Ellos ahora se encuentran allá, tú y yo debemos continuar.

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