Oración y Evangelio 20240117
EvDH:”Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.
Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante".
Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron.
Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". Él la extendió y su mano quedó curada.”
Si lo vemos con frialdad, como simples espectadores que no conocen el tema, todo raya en lo ridículo. Porque se vuelve ridículo que por fiscalizar si se cumple una regla o no, quede algún alma atrapada en la impotencia de sanarse, de liberarse.
Sanar la mano paralizada de un hombre era ya un milagro, que por cierto, nadie más podía hacer o pretender emular.
Cuando Dios tiene que pedir permiso para hacer Su Voluntad, algo está muy fuera de sitio.
Por eso es que la Misericordia, más allá de explicaciones o de esperar el visto bueno de conocedores, nunca pide permiso de ejercer, de amar, de envolver. (“Porque Dios dijo a Moisés: “Tendré misericordia de quien yo quiera tenerla y tendré compasión de quien bien me parezca.”Romanos 9,15)
No se puede dejar pasar la descripción íntima que hace Marcos de los dos sentimientos encontrados de Jesús en el pasaje:
1. Una mirada de indignación, de enojo, de ira por la dureza de los corazones, por no querer entender.
2. Que a su vez se mezclaba con la tristeza, con la pena, de enfrentarse a corazones llenos de reglas, de letras, pero faltos y vacíos de espíritu. (“Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”. 2 Cor 3,6)
No solo es la aclaración de que Dios, que Jesús, tiene su corazón, además es la invitación a tener y compartir en nosotros y nuestra vida Su Corazón, sus sentimientos.
Pidamos al Espíritu Santo nos libre de la letra muerta, de la que condena y mata, y nos dé el corazón de Jesús. Que se cumpla en nosotros la petición de Pablo a los Filipenses: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús.” Filipenses 2,5
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