Oración y Evangelio 20241129

Jesús le contestó: — Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu inteligencia. Este es el primer mandamiento y el más importante. Pero hay un segundo mandamiento que es parecido a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
MATEO 22:37-39 


EvDH: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."
Antes de llegar a esta impresionante aseveración, Jesús da el ejemplo de la higuera, y de como observándola nos podemos dar cuenta del cambio de las estaciones y del clima que se avecina.
En nuestras prisas y miedos, tocamos los extremos de que las cosas, o no pasan tan rápido como quisiéramos, o las percibimos, por el miedo, muy cercanas aún sin estarlo.  
Y para sorpresa de muchos la velocidad de Dios, se podría decir, es muy vegetal, es a su tiempo y a su paso. Lo cierto es que cuando vemos un gran árbol no es común que pensemos cuánto tiempo tomó para llegar a esas dimensiones y cómo sigue ahí. 
Su comparación con la semilla de mostaza no es solo por dimensiones, sino también por siembra, germinación y crecimiento, todo en el perfecto tiempo de Dios.
Las cuatro estaciones van y vienen, la tierra sigue girando en su eje, la galaxia se sigue moviendo en el Universo, y en medio de todo eso esta Él, Jesús que es La Palabra, y hoy, varios siglos después que lo dijera, se comprueba, todo ha pasado, y pasará, y al final aunque la tierra deje de girar y de existir, Él y Sus Palabras están, siguen y permanecen.
Por eso pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a hacer germinar en nuestro ser Las Palabras de Jesús, y que estas nos llenen de frutos que permanezcan más allá de todo, pues han nacido por Sus Palabras.

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