Oración y Evangelio 20241105
Cántico de peregrinación. De David. ¡Qué bueno, qué agradable es que los hermanos vivan juntos!
SALMOS 133:1
EvDH:”El señor le respondió: ‘Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa.
Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena”
En el contexto del pasaje, esto es continuación a lo que Jesús había dicho sobre invitar a gente que no puede retribuirnos la invitación.
En reacción a la enseñanza de Jesús este invitado, sentado a la mesa, que no es un detalle menor, pues no era cualquier persona la que se podía sentar a la mesa en la casa de un fariseo, dice: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”. Jesús deja en claro con su enseñanza de que es por invitación, no por mérito o por derecho de piso. Y que aún con la invitación no hay obligación de asistir, por lo que no se aceptan excusas, pasa a ser mejor recibir por respuesta un no, que un “tengo otros compromisos”.
La invitación que se nos hace a nosotros es la de invitar, la de anunciar, inclusive la de insistir, pues son muchos los que piensan que no merecen ser invitados, que ni por equivocación, podrían serlo. Que anunciemos con alegría que Jesús nos consiguió y nos dio la dignidad de ser invitados a su banquete, a su fiesta, a su reino, en fin, a su mesa.
Pidamos al Espíritu Santo, nos dé el Don de saber invitar, de insistir con alegría a tantos que necesitan escuchar esta noticia.
Y que nos libre de ser fiscales aduaneros que solo pongan filtros para aquellos que el mismo Dios llama para acercarse a Su Corazón.
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