Oración y Evangelio 20240903
Y esta es mi oración: que el amor que tienen crezca más y más y se traduzca en un profundo conocimiento experimental, de manera que puedan discernir lo que es valioso, se conserven limpios e irreprochables en espera del día del Señor,
FILIPENSES 1:9-10
EvDH:”Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.
Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza;
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.”
Cuando se trata de temas ocultos, o con cierto morbo espiritual, o bien, sea de producciones en audio o películas donde el tema es el mal y el maligno (sea por temporada o por negocio puro) siempre está esa auto tortura que se permiten muchos, de ver diferentes presentaciones del lado oscuro y darle una dimensión muy lejana a la que se puede leer en este pasaje.
En estas letras, el demonio que poseía a este hombre, no solo habla, ¡grita!, pero no es la actualizada versión 2024 de la película del exorcista o similares, es el mal delante del Bien, delante de La Luz, delante de la Santidad, y sobre todo delante de Aquel que es LA AUTORIDAD. (Que es de hecho la cualidad que se destaca al principio del pasaje. Y no es el tono de voz, es La Autoridad con la que decía sus Palabras.
Hace solo unos días leíamos que Pedro en su confesión de Fe, le dice las mismas palabras a Jesús (“Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. Juan 6,69). Por lo que, como lo aclarara Santiago en su carta, “los demonios creen, y sin embargo tiemblan” (Santiago 2,19).
Y en este pasaje, frente a la Autoridad total de Jesús, no es una confesión de fe lo que se escucha, es el temblor del mal que se sabe vencido y derrotado.
La opción nos queda, o escuchar al mal y sus mentiras, o caer en los brazos de Jesús y Su Autoridad total, frente a la cual nuestro enemigo tiembla y se rinde.
Pidamos al Espíritu Santo nos envuelva dentro de la Autoridad de Jesús, y que El Amor nos haga aprovecharla para con nosotros y con los que compartamos la libertad que da Su Autoridad a todas las almas.
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