Oración y Evangelio 20240402

Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno.
EFESIOS 6:12 


EvDH:”Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo".
Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!".
Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'".
María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.”
María no reconoce a Jesús a la primera vista. Ciertamente la última vez que lo había visto estaba, además de muerto, destrozado, y encarnizado. 
Jesús le dice y la llama por su nombre, agregando que debe de haberlo hecho en el tono coloquial que acostumbró a tratarla todo el tiempo que se conocieron.
Si hay algún pasaje que compruebe aquello de que “mis ovejas conocen mi voz”, es este, pues María lo reconoce por eso, por su voz y por su nombre en sus voz.
Hoy, además de subrayar que la primer palabra de Jesús Resucitado (en la Biblia) es la de MUJER. Terminamos también completando su frase, pues se aplica perfectamente para las mujeres de nuestro tiempo: 
“¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?” 
Del Cielo llega la pregunta para todas y cada una. 
Mujer, a Dios le importa el por qué lloras, qué es lo que duele en tu corazón de Mujer, para que lo descubras y Él te pueda sanar. 
A Jesús RESUCITADO, le interesa ayudarte en tu propia búsqueda, pues al final encontrarlo, es encontrarte a ti misma. 
No es buscar quién te haga feliz, sino cómo y con quién compartir tu felicidad, misma que haz descubierto al encontrarte.
Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a decir con respeto y dignidad la palabra Mujer, y a descubrir a Dios en cada una de ellas. 
Que Él envuelva con sus frutos y sus dones a todas la mujeres en medio de sus lágrimas y búsqueda, que la llene con La Alegría de la Resurrección.

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