Oración y Evangelio 20230708

Jesucristo es siempre el mismo, ayer, hoy y por toda la eternidad.
HEBREOS 13:8 



EvDH:”Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!".
Es un tema de siempre, y lo más simple es radicalizarlo: desechar lo “viejo” y recibir lo “nuevo” sin discusión, o la inversa.
Lo cierto es que Jesús deja en claro que Él no vino a parchar nada. 
Vino a completar, a cumplir, en Él se cumplen la Ley y los profetas. 
Sí hay una novedad que permanece, que se agrega y sigue renovando: Él. Ahora todo se centra y se sostiene en solo en Él.
Se cambia la sintaxis: 
No se hace algo para salvarse. No se cumple algo para salvarse. 
Porque Él nos ha salvado, es que hacemos y es que podemos cumplir.
Se puede entender el miedo a la novedad, pero no la condena a la renovación. Cuando Juan Pablo II habló de una “Nueva Evangelización” quedaba claro que no se tocaba la esencia, pero sí la forma, el método, el entusiasmo. 
Creemos en la riqueza de nuestra Iglesia, pero también en la acción del Espíritu Santo que tiene el Don y la capacidad de desbordarla muchas veces, llamándonos a, sin perder la esencia, renovar el Vino.

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