Oración y Evangelio 20230312
"Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
En el contexto del pasaje, dice al principio que Jesús estaba fatigado del camino. Él, más que parecerse a nosotros, ¡es uno de nosotros!
Por lo que cansancio, hambre, sed y similares fueron parte de su humanidad total. Ese “detalle del amor” no lo dejemos pasar. Pues no ve de lejos nuestras fatigas cansancios.
Tampoco podemos dejar pasar, dada la época y la región, que el hablar con una persona de Samaria y de extra, Mujer, (para la ley rabínica la mujer era de planta impura) le agregaba el ingrediente del prejuicio a la escena en cuestión. Esto era a tal punto que un judío no podía ni siquiera usar un vaso o utensilio que un samaritano hubiese usado, de ahí la “sorpresa”(por decir lo menos) de la samaritana frente al pedido de Jesús.
Más allá del cansancio y la sed, Jesús deja completamente en claro que EL PADRE lo que quiere, y a los que quiere de adoradores, lo hacen en Espíritu y Verdad.
A nosotros nos toca entender y aprovechar que esa hora de ser adoradores como el Padre lo quiere ha llegado, es la nuestra, y es ahora.
Pidamos al Espíritu Santo nos enseñe y nos haga adoradores como los que el Padre quiere: En la Verdad de Cristo, y junto con Él, con nuestro Ayudador, en espíritu. Pues Dios, es Espíritu. Y que de paso nos proteja de todo prejuicio que estorbe al Amor del Dios en, y a través de nosotros.
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