Oración y Evangelio 20220317

Dichoso quien resiste la prueba pues, una vez acrisolado, recibirá como corona la vida que el Señor ha prometido a quienes lo aman.
SANTIAGO 1:12 

EvDH:”El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’.
Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’. ‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán’. Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán.”
Quedarse solo con lo de rico y pobre, que por supuesto es tema, no es suficiente leyendo todo el pasaje. 
Llama la atención que en la historia que cuenta Jesús el “rico” simplemente vivía en la total y absoluta indiferencia, sin pensar en nadie más que en él mismo, haciendo fiestas narcisistas en honor a sí mismo. ¡Cómo sería su miopía espiritual!, que Lázaro, el mendigo, estuvo siempre a la puerta de su mansión, y no quiso verlo.
De ahí que, dice la historia, ya estando en “la morada de los muertos”, es cuando alza sus ojos, comienza a ver, y clama a Abraham por agua y por sus hermanos.
La frase final es contundente y lapidaria. Pues cuando no se quiere creer, cuando se decide no creer, no habrá nada que lo logre, incluso, dice Jesús, (en referencia a Sí mismo) aún alguno que resucite de entre los muertos.
Hoy pidamos al Espíritu Santo nos libre y nos cuide de no caer en la indiferencia, en el no querer ver, en el vernos solo a nosotros mismos. Cierto es que no podemos hacerlo todo, ni alcanzar a hacerlo todo. Pero es un hecho que algún Lázaro (o algunos) estará al alcance de nuestra vida y cerca de nuestra puerta, y Dios con él, esperándonos.

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