Oración para sanar la tristeza entregando los dolores y heridas del pasado
Oración
para sanar la tristeza entregando los dolores y heridas del pasado
Dios nos quiere alegres, y Él es la
fuente de la verdadera felicidad. Cuando nos abata la tristeza oremos
pidiéndole la virtud de la alegría
El corazón del hombre desea la alegría.
Todos deseamos la alegría, cada familia, cada pueblo aspira a la felicidad.
¿Pero cuál es la alegría que el cristiano está llamado a vivir, está llamado a
testimoniar? Es aquella que viene de la cercanía de Dios, de su presencia en
nuestra vida. Desde cuando Jesús entró en la historia, con su nacimiento en
Belén, la humanidad recibió el germen del Reino de Dios, como un terreno que
recibe la semilla, promesa de la futura cosecha. ¡No es más necesario buscar en
otro lugar! Jesús vino a traer la alegría a todos y para siempre. (Papa
Francisco)
Quisiéramos estar alegres, alabar al
Señor, pero nos cuesta mucho. Nos dice San Francisco de Sales:
“El demonio aprovecha la tristeza para
tentar a los buenos, intentando hacer que estén tristes en la virtud, igual que
intenta que los malos se alegren de sus pecados. Del mismo modo que sólo puede
tentarnos para que hagamos el mal consiguiendo que ese mal parezca atractivo,
solo puede tentarnos para que nos apartemos del bien consiguiendo que ese bien
carezca de atractivo. Le encanta vernos tristes y desesperanzados, porque él
está triste y desesperanzado por toda la eternidad y querría que todo el mundo
fuese como él”. (Introducción a la vida devota)
Sabiendo que Dios nos quiere alegres y
que la tristeza es una herramienta del demonio para llevarnos a pecar, debemos
buscar combatirla en todo momento. Para ello la Biblia nos da una clave:
"El que esté triste, que ore" (Santiago 5,13). La verdadera alegría
nos viene de Dios, y a Él tenemos que acudir en oración pidiéndole que nos
ayude a restaurar nuestro corazón turbado. Te compartimos esta oración que te
puede ayudar a sanar la tristeza que hoy atraviesas
Oración
“Señor Jesús, tú conoces mi tristeza
que ahoga mi corazón y sabes el origen de ella. Hoy me presento ante ti y te
pido, Señor, que me ayudes, pues ya no puedo seguir así.
Sé que tú me llamas a vivir en paz, con
serenidad, gozo y alegría, incluso en medio de las dificultades cotidianas. Por
eso hoy te pido que pongas tus benditas manos en las llagas de mi psiquis que
me hacen tan sensible a los problemas y me liberes de la tendencia a la
tristeza y a la melancolía que anida en mí.
Hoy te pido que tu gracia vaya
restaurando mi historia, a fin de no vivir esclavizado por el recuerdo amargo
de los acontecimientos dolorosos del pasado. Como ellos han pasado, ya no
existen, te entrego lo que pasé y lo que pasaron las personas amadas; lo vivido
y lo sufrido por nosotros.
Quiero perdonarme y perdonar, a fin de
que tu gozo comience a fluir en mí.
Te entrego las tristezas unidas a las
preocupaciones o a los temores del mañana. Ese mañana tampoco ha llegado, por
lo tanto sólo existe en mi imaginación. Sólo hoy debo vivir y sólo hoy debo
caminar en tu alegría. Aumenta mi confianza en ti, para que aumente en mi alma
el regocijo.
Tú eres Dios y Señor de la historia y
de la vida, de nuestras vidas. Por eso toma mi existencia y la de las personas
amadas, con todos nuestros quebrantos, con todas nuestras necesidades y que con
la ayuda de tu poderoso amor se desarrolle en nosotros la virtud de la alegría.
Amén”.
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