SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE
LA VIRGEN MARÍA
Virgen
María, en este día de fiesta por tu Inmaculada Concepción
vengo
a presentarte el homenaje de fe y de amor del pueblo santo de Dios que vive en
esta ciudad y diócesis.
Vengo
en nombre de las familias, con sus alegrías y fatigas;
de
los niños y de los jóvenes, abiertos a la vida;
de
los ancianos, llenos de años y de experiencia;
de
modo especial vengo ante ti de parte de los enfermos, de los encarcelados, de
quienes sienten más difícil el camino.
Como
Pastor vengo también en nombre de cuantos han llegado desde tierras lejanas en
búsqueda de paz y de trabajo.
Bajo
tu manto hay lugar para todos, porque tú eres la Madre de la Misericordia.
Tu
corazón está lleno de ternura hacia todos tus hijos:
la
ternura de Dios, que en ti se ha encarnado y se ha hecho nuestro hermano,
Jesús, Salvador de todo hombre y de toda mujer.
Mirándote,
Madre nuestra Inmaculada, reconocemos la victoria de la divina Misericordia
sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias;
y
se enciende de nuevo en nosotros la esperanza de una vida mejor, libre de la
esclavitud, rencores y miedos.
Hoy,
aquí, en el corazón de Roma, sentimos tu voz de madre que llama a todos a
ponerse en camino hacia esa Puerta, que representa a Cristo.
Tú
dices a todos: «Venid, acercaos confiados; entrad y recibiréis el don de la
Misericordia;
no
tened miedo, no sintáis vergüenza: el Padre os espera con los brazos abiertos
para daros su perdón y acogeros en su casa.
Venid
todos a la fuente de la paz y de la alegría».
Te
agradecemos, Madre Inmaculada, porque en este camino de reconciliación tú no
nos dejas caminar solos, sino que nos acompañas, estás cerca de nosotros y nos
sostienes en toda dificultad.
Que
tú seas bendita, ahora y siempre, Madre. Amén.
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